Creciendo en la intimidad con Dios

15.04.2025

Santiago 2:23

Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios

Introducción

Antes de adentrarnos en el estudio del versículo escogido, conozcamos un poco del contexto.

Desde el verso 14, en donde Santiago introduce el interrogante (<¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?>) que da comienzo al conocido debate sobre la fe y las obras, la intención del escritor es demostrar que la fe verdadera produce obras.

No busca contradecir ninguna enseñanza veterotestamentaria o apostólica acerca de la salvación por fe. Habacuc 2:4 ha sido, es, y será la única forma en la que debemos ver la salvación: <el justo por la fe vivirá>.

Santiago no quiere demostrar que existe otro camino a la salvación. Tampoco busca instruirnos acerca del medio eficaz para llegar a ella. Su objetivo es instruir a la Iglesia acerca de las características de la fe de la que habla Habacuc, Pablo y cuanto autor sagrado encontremos.

Para ilustrar la enseñanza, hace uso de un ejemplo práctico: si veo necesidad en un hermano, y sólo le ofrezco palabras y una promesa de oración, pero lo dejo en la misma condición en la que lo encontré, ¿acaso mis palabras tienen algún valor? ¿puede considerarse sincero mi deseo? ¿cuán real es mi intención de bien hacia mi hermano?

Siguiendo la misma idea se plantea: la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.

Inmediatamente terminada esta dura afirmación, se incluye un elemento más al debate, que lleva al autor a usar el ejemplo de Abraham.

Ahora pregunto yo: ¿Cuándo fue justificado Abraham? ¿Cuándo creyó o cuando ofreció a Isaac? Abraham ya había sido justificado en Génesis 15:6 (de donde Santiago extrae lo que dice el 2:23), sin embargo, el ofrecimiento de Isaac, su único, del capítulo 22 es el clímax de fe del patriarca hebreo.

¿Cómo podemos saber que Abraham fue sincero en su fe? ¿Cómo podemos estar seguros de que lo que sucedió en Génesis 15:6 fue real? Veamos lo que hizo Abraham en el 22, y no nos quedarán dudas de la realidad de la fe de ese hombre.

Bien, ya tenemos la idea central de la porción, hemos aprendido y repasado un poco del contexto del verso escogido, y sabemos cuál es la intención de Santiago con estas líneas.

Estamos en condiciones entonces de abordar de lleno el tema: Creciendo en la intimidad con Dios.

Desarrollo

Para ello dividiremos en 3 partes lo que resta del estudio:

1 - Condición

2 - Validación

3 - Resultado

1 - Condición

Cuando Santiago cita la escritura nos dice: Abraham creyó a Dios.

Son incontables los medios que busca el hombre para agradar a <lo divino>. Sin tener un concepto claro de qué hay en el <más allá>, el hombre a lo largo de la historia se ha dedicado a idear raras e innovadoras formas de culto que lo acerquen al <ser supremo>, como sea que lo identifiquen.

Cito a Braswell Jr en su Guía Holman de Religiones del Mundo:

<La Torá del judaísmo, el Antiguo y Nuevo Testamento del cristianismo, y el Corán del Islam son ejemplos de mensajes de profetas y apóstoles de esas religiones tal como ellos anunciaron las palabras de su dios y en el nombre de su dios ... los venerables sabios desconocidos del hinduismo recogieron verdades sobre el universo y las preservaron en escritos sagrados como Vedas, Upanishads y Bhagavad Gita.>

En medio de todo este abrumador panorama lleno de religiones y enseñanzas cruzadas, la Biblia enseña un único camino a la salvación: la fe.

Abraham creyó a Dios es mucho más que el relato de un hecho histórico. Aunque ciertamente lo fue, ese acto se constituyó en el fundamento sobre el que Dios establecería Su pueblo (tanto físico, hablando de Israel, como espiritual, hablando de la Iglesia).

Esa es la condición. No podemos aspirar a intimidad con lo divino hasta tanto no hemos tenido en nuestras vidas ese momento crucial de entrega.

No se dan una idea de cuántas personas reniegan por años de no poder crecer en su intimidad con Dios, sin darse cuenta de que han perdido de vista lo básico: jamás le creyeron a Dios.

Aunque pareciera ser obvio, para muchos no lo es. Las iglesias están llenas de personas convencidas, que jamás han sido convertidas. Convencidas que hay un Dios, convencidas que son hijas de ese Dios, convencidas que pueden agradar a ese Dios. Pero jamás le creyeron a ese Dios, y, por consiguiente, jamás fueron convertidas.

Lo que Pablo expresa en la segunda carta a los Corintios como nuevas criaturas, en ellos no se puede verificar. No han sido vivificados, no han nacido de nuevo. Siguen muertos en delitos y pecados, ya que jamás procedieron al arrepentimiento y fe que Dios demanda a todo hombre en todo lugar.

Si aún esta condición no la cumples, tu intimidad con Dios es un problema del que no debes preocuparte. Si hoy mueres, pasarás la eternidad en el lugar de condenación que Dios preparó a tal fin. Entrégate a Cristo, procede como Abraham, cree a Dios. Cree en Su Palabra. Si Él te dice: Jesús es el camino, y la verdad, y la vida. Si además agrega: nadie llega al Padre si no es por Él. Cree Sus palabras, que son fieles y verdaderas. Arrepiéntete de tu pecado, vuélvete a Cristo, entrégale tu vida.

Ahora, ¿qué hay de los que sí cumplen esa condición (o los que hoy pasarán a cumplirla) y quieren crecer en su intimidad con Dios?

2 - Validación

En la vida cristiana nada de lo que hagamos cuenta, a menos que sea aprobado por Dios.

Cuando la Palabra enseña acerca del Tribunal de Cristo (el lugar donde serán probadas con fuego nuestras obras, todo lo que hemos hecho aquí en la Tierra), nos abre los ojos a una realidad: posiblemente mucho de lo que se hace en nombre del Señor no es más que heno, madera y hojarasca. En resumidas palabras, podemos estar trabajando en vano, navegando en un océano con un barco y remos de papel. Trabajando sin cesar, pero sin llegar a nada.

Es necesario que lo que hacemos sea aprobado. Necesitamos la validación divina.

¿Cómo hacemos para distinguir entre las cosas que Dios aprueba y las que no?

En primer lugar: la oración.

No hay siervo de Dios que haya tenido éxito en la empresa de agradarle, sin tener una vida de oración. El dialogo constante con el Padre es fundamental para que Él nos provea de Su sabiduría y nos indique los pasos que debemos dar.

En segundo lugar: Su Palabra.

Una constante evaluación de lo que hacemos, contrastando nuestros actos con la Biblia, permite que sepamos con precisión si estamos por la senda correcta.

Tengamos en cuenta que el primer punto es la oración, y yo hablé de diálogo con Dios. Sin embargo, la voz de Dios no se hace audible en esa conversación. Sus respuestas vienen casi en su totalidad a través de Su Palabra. El siervo de Dios ora a Dios, y luego cuando se dedica a estudiar la Palabra, el Espíritu le enseña y le permite encontrar la voluntad de Dios en ella.

Desde ya que Dios responde de muchas otras maneras, pero siempre ante cada respuesta, en especial las que no vienen a través de la Biblia, debemos tener la responsabilidad de estudiar para ver si lo que entendemos que es respuesta a nuestras plegarias está dentro de lo que Dios reveló acerca de Él y su voluntad.

Y, en tercer lugar: el servicio.

No basta sólo con orar y estudiar la Biblia. El siervo de Dios que busca agradarle trabaja.

La validación debe ser vista desde dos puntos:

El primero, que la condición que decimos cumplir se ajuste a lo revelado en la Palabra.

El segundo, que nuestras obras, todas, vayan en consonancia con lo que Dios demanda.

Abraham creyó, y sabemos que lo hizo no porque lo dijo, sino porque cuando esa fe fue puesta a prueba, se demostró que era real. Hubo una demanda divina, y aquel que creyó a Dios obró en consecuencia a esa demanda.

Esto nos lleva al tercer y último punto:

3 - Resultado

Como resultado de que Abraham cumplió la condición, y que la misma fue validada por el mismo Dios al quedar en evidencia por la respuesta de Su siervo que la fe era real, la Biblia nos enseña que el patriarca recibió un particular título: amigo de Dios.

Tanto en 2 Crónicas 20:7 como en Isaías 41:8 se habla de Abraham como el <amigo de Dios>. No hay otro ser humano en la historia que haya recibido tal honor.

Abraham creyó, Abraham obró, obra que Dios validó, y esto lo condujo al lugar más especial que podía llegar: la intimidad con el Creador.

Muchos reniegan porque su intimidad con Dios no crece. Muchos pasan años asistiendo a las Iglesias, participando de los cultos, buscando a ciegas alguna experiencia que les permita sentir que Dios está cerca. El camino es otro.

Queridos, si no han creído, están en enemistad con Dios. ¿De qué intimidad quieren hablar, si aun pesa la ira divina sobre sus almas?

Si han creído, les pregunto: ¿Oran? Y si lo hacen: ¿Cuan a menudo? ¿Acaso pretenden cultivar una relación sin diálogo? ¿Consideran posible crecer en la intimidad con alguien sin pasar tiempo de calidad con él?

Si oran: ¿Estudian la Biblia? No digo leerla, estudiarla. La lectura de la Biblia es un hábito importante y necesario, pero no permite profundizar, ni ofrece respuestas. Las perlas más hermosas de la voluntad de Dios están en lo profundo de Su Palabra, dispuestas allí para todos aquellos que las busquen con diligencia. La lectura es un rastrillaje, el estudio es una excavación.

Si oras, y estudias la Biblia: ¿Sirves? O eres lo que comúnmente se conoce como <calienta-bancos>. ¿Estas comprometido con algún ministerio, algún trabajo que te permita invertir tu tiempo en lo santo?

Conclusión

Cuando ves la necesidad pasar a tu lado: ¿Qué haces? Cuando ves la injusticia: ¿Qué haces? Cuando escuchas la mentira: ¿Qué haces? Cuando ves al perdido: ¿Qué haces? Cuando atraviesas tormentas: ¿Qué haces? Buscamos un resultado que jamás llegará, porque le erramos al camino que escogimos.

La intimidad con Dios es resultado de una fe genuina, validada por el mismo Dios, evidente para todo el que nos rodea.

La intimidad con Dios no está reservada para la elite de la asamblea donde te congregas. La intimidad con Dios es el espacio de gracia y bendición en el que caminan los administradores fieles.

Abraham creyó a Dios - Condición

Le fue contado por justicia - Validación

Y fue llamado amigo de Dios - Resultado

¿Tú le has creído a Dios? ¿Es tu fe validada por obras que Dios aprueba? Te aseguro que si pasaste con éxito los primeros dos puntos, el resultado llegará.

Me despido con las palabras de Cristo en Juan 15:14 <Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando>