Restaurando la relación con mi hermano
Mateo 18:15-22
Introducción
Restaurar una relación rota es una tarea delicada y vital para la vida cristiana. No es un tema fácil ni comúnmente llevado a la práctica efectiva, pero es parte del caminar auténtico con Cristo. Restaurar significa recuperar, reparar y devolver algo al estado que antes tenía (Mateo 18:15).
El pasaje que analizaremos hoy nos presenta un proceso claro para lograr esa restauración, fundamentado en principios divinos y en la práctica cotidiana de la comunidad de fe.
Dividiremos la enseñanza en tres secciones que interrelacionan:
- El Proceso (versículos 15-17)
- El Principio (versículos 18-20)
- La Práctica (versículos 21-22)
Recordemos que este pasaje sigue una enseñanza previa sobre relaciones y humildad, y que Cristo nos llama a mirar al prójimo con amor y a buscar la reconciliación sincera.
El Proceso de Restauración (Mateo 18:15-17)
"Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos..."
El inicio del proceso está en manos del ofendido, quien debe tomar la iniciativa con humildad y un espíritu conciliador. La reprensión aquí no es un simple reproche o queja, sino un diálogo argumentado para mostrar con claridad el error cometido.
Si el encuentro privado no da frutos, se involucra a uno o dos testigos que puedan constatar la situación objetivamente. Y si aún así no se resuelve, el asunto se lleva a la iglesia (al liderazgo o a la asamblea).
Si la persona no cambia, se "tenle por gentil y publicano", es decir, se le considera como alguien que no pertenece a la comunidad de fe por su persistente rechazo a la corrección.
¿Por qué este proceso?
- Evita conflictos y divisiones en la iglesia.
- Protege la integridad de la comunidad.
- Busca antes que nada la restauración y el perdón real.
La palabra griega "oír" en este contexto no es solo escuchar, sino aceptar y actuar conforme a la corrección dada. De hecho, la palabra "ganar" implica recuperar algo mejor que la relación rota.
El Principio que sostiene el proceso (Mateo 18:18-20)
"De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo…"
Cristo nos recuerda que la autoridad con la que actuamos en estas reconciliaciones proviene de Él, y que Él está presente "donde dos o tres se reúnen en su nombre".
La resolución que se logre siguiendo este proceso es respaldada en el cielo mismo. Esto nos da seguridad para actuar y también responsabilidad para hacerlo conforme al amor y la verdad de Dios.
La Práctica del Perdón Ilimitado (Mateo 18:21-22)
Cuando Pedro pregunta cuántas veces debe perdonar, Jesús responde "hasta setenta veces siete", es decir, sin límite.
En la cultura de la época, perdonar hasta tres veces era norma, y Pedro pensaba ser generoso con siete. Pero Jesús va más allá: el perdón debe ser incondicional y constante, reflejando la gracia de Dios hacia nosotros.
Como leemos también en Lucas 17:4, el perdón debe practicarse incluso si la ofensa se repite muchas veces en un mismo día.
Conclusión
Restaurar relaciones rotas entre hermanos es un mandato divino que honra la obra de Cristo y sana la iglesia. Resumimos los puntos clave:
- El ofendido debe tomar la iniciativa con humildad.
- La corrección debe ser clara, en amor y con el deseo de restaurar.
- Se debe seguir un proceso gradual que involucre testigos y a la iglesia si es necesario.
- La autoridad para resolver viene de Cristo y su presencia acompaña el proceso.
- El perdón debe darse sin medida, reflejando la gracia inmensa que hemos recibido.
No permitamos que las ofensas no resueltas dañen la unidad y el testimonio de la iglesia. Dejemos que Dios nos guíe a restaurar relaciones para Su gloria y un testimonio vivo para el mundo.
¿Quieres compartir alguna experiencia de restauración o reflexión sobre este tema? ¡Déjala en los comentarios!